Cuando nacieron los niños de mis familiares más directos, a Marido y a mi que de siempre nos han encantado los niños, íbamos siempre que podíamos a verles, a jugar y a estar con ellos, y muchas veces a ayudar a esos padres superados que no podían hacer cosas, a entretener a los niños jugando mientras ellos cocinaban, limpiaban o colgaban una estantería.
Muchas veces he pillado el baño de esos niños, y me he ofrecido voluntaria a hacerlo yo, porque me hacía ilusión formar parte de ese ritual.
Pensaba que cuando llegara el mío sería igual, le acogerían con la misma ilusión que acogí yo a los suyos.... error.
Si no voy yo a verles, a ellos les da igual que pasen, una, dos tres semanas o un mes, mi hijo es ignorado. Nunca se han ofrecido a ayudarme, ya que muchas mañanas y fines de semana estoy sola.
Me da la sensación de que si no fuera por Marido, B, sólo estaría conmigo los días que yo libro, porque nadie quiere venir a verle, porque nadie se ofrece a ayudarme, porque siempre me siento sola.
Los que tienen hijos, porque tienen hijos y tienen mucho que hacer, y los que no los tienen, van a otro ritmo de vida en el que sus planes ya no entro yo. Porque no vamos a bares, porque no estamos hasta las tantas de fiesta ( a veces estoy más rato despierta que ellos pero acunando a un bebé).
Cuando alguien se porta bien contigo, se te olvida fácilmente, pero cuando se porta mal se te queda grabado a fuego y eso no se olvida.
Nunca hice nada esperando recibir lo mismo, pero pensaba que el cariño que profesaba a los demás sería recíproco, pero no.
Sin este blog que es mi muro para desahogarme y el twitter no se que habría sido de mi postparto y maternidad.
Junto a un grupo de madres hemos creado #madresenelolvido unete si tú también te sientes sola y buscas tu tribu
Así que simplemente si has leído este post, gracias, gracias por estar ahí e interesarte por mi